lunes, 19 de noviembre de 2012

Mandalay, Pyin Oo Lwin y Kyaukme

Éstos han sido días de intentos fallidos. Llegamos al norte con altas expectativas y las cabezas llenas de ilusiones. ¡Error! Y lo que hemos encontrado es un jarro lleno de agua fría. Así es la vida. No es diferente cuando viajas, algunas cosas salen bien y otras mal.

En Mandalay nos reencontramos con una pareja de españoles, que nos contaron que se habían enamorado de este país y ciudad. Empezamos el viaje por Birmania con ellos, así que resultó curioso encontrarnos en su final de viaje. “Esto sólo ha hecho más que mejorar”, nos contaban, y coincidimos. Este país tiene algo especial. Aborrecemos algunas de las cosas que han pasado y siguen pasando aquí, pero al hablar con la gente, todo es amabilidad y sonrisas. Jamás percibes en ellos, el dolor y sufrimiento que seguramente aplasta sus almas por el anhelo de libertad.

En Mandalay, aparte de compartir con Fer y Eva una de las mejores hamburguesas a la birmanesa y compartir anécdotas de nuestros viajes, tuvimos la suerte de asistir al festival de luna llena. Al entrar en el templo, la escena ante tus ojos era espectacular. Habían llenado el suelo de velas. Allá donde mirarás habían velas y monjes, una visión de lo más mística.

De Mandalay nos fuimos en pick up a Pyin Oo Lwin. Este sitio es famoso por sus mansiones de la época colonial y sus jardines.Pero a nosotros lo que más nos gustó fue su temperatura, bastante más fría que la asfixiante de Mandalay y un restaurante llamado Woodland. Fuimos un par de noches a cenar allí y aunque es carísimo, para aquí, vale la pena. Tienen una comida deliciosa, wifi de alta velocidad (todo un milagro en Myanmar) y música en directo.

Después de dejar que nuestro paladar recordara que es comer rico, decidimos que ya era hora de volver a la acción; así que nos fuimos a Kyaukme en tren. Sólo el trayecto, ya es una atracción en si mismo. Pasas por el puente más grande de Myanmar, uno de los más grandes de Ásia cuando se construyó. Ahora dicen que el tren debe ir despacio al cruzarlo, para no sobrecargar la ya vieja estructura.

Kyaukme es un pueblo donde sólo hay un hotel para extranjeros y varios guías que te ofrecen trekings. Suponíamos que al ser un sitio poco turístico: a) los precios serían más competitivos y b) los trekkings serían más auténticos. Al final nuestras suposiciones resultaron ser érroneas... ¡que raro! '¬¬ El guía, un estafador en potencia, nos pedía más del doble que lo que pagamos en Kalaw, sin comidas incluidas. La exclusividad se paga, pensamos. Tampoco resultó ser así, porque luego nos contaron que el trekking sin más. Así que... buena suerte, mala suerte... ¿quién sabe?

Además Kyaukme es un sitio donde la comunicación llega a dificultades inconcebibles y donde nunca sabes si lo que te dicen es la verdad o si sólo te lo dicen porque es lo único que saben decir, o si realmente estás entiendendo lo que te dicen, vaya el cóctel perfecto para crear un ambiente Kafkiano. Coger el bus a Hisipaw fue de risa. Allí estábamos Ixai y yo sentados en una supuesta agencia de viajes o su versión birmana, sin saber si iba a llegar nuestro bus, si sería un bus o un taxi y a que hora saldría verdaderamente. Cuando preguntábamos, cada uno te respondía una cosa, lo que no mejoraba nuestro ánimo. Pero finalmente, llegó un bus, a una de las horas que nos habían dicho, así que ni tan mal. Una anécdota más con la que aburriros a nuestro regreso. ;D

Nuestros pasos siguen hacia el norte. Siguiente parada: Hisipaw.

¡Besos y abrazos!

P.D. : En Myanmar todos los hospedajes que quieran acoger a guiris, deben tener una licencia especial.




Viajando en primera clase... ¿quién lo diría? ;P

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