Kalaw
es un pueblo montañero. No tendría más público que las tribus
cercanas, si no fuera por su ubicación. Por ella, pasa a ser el
punto de partida de uno de los trekings más interesantes, a nivel
sociocultural, de la Birmania rural. Hay varias opciones, pero la
mayoría optamos por los tres días, que te llevan hasta el lago
Inle. Después de leer algunas opiniones, coincidimos en que era una
obligación mochilera hacerlo. Y no nos decepcionó. :))
Sin
duda, estos 3 días han sido lo mejor, hasta el momento, del viaje; y
eso ya es mucho. Andar durante horas sin ver a nadie, encontrarte por
el camino con atascos de búfalos y vacas, para variar; y poder ver a
diferentes tribus de Sham en su ámbito natural; ha sido una
experiencia única.
El
andar, perdiéndote en tus pensamientos o simplemente disfrutando de
las vistas, tiene algo de terapéutico. No existe el reloj, el tiempo
se mide por el Sol, el hambre o tu cansancio; lo que llegue antes.
Durante estos días estuvimos acompañados por 3 guías locales y una
pareja suizochina de lo más curiosa, lo que daba todavía más
encanto al ambiente. Cuando nos hartábamos de intentar entender a
Noenoe, la guía que mejor hablaba inglés, dirigíamos nuestra
curiosidad a Zuki o Janghez, que pacientemente arrojaban un poco más
de luz sobre la cultura china, sin quejarse por ello. ;))
El
camino era fácil, muy fácil; conocimos a otra pareja que habían
ido por otro sendero y pobres, ¡hasta ampollas en los pies! Nosotros
en cambio, andábamos lo justo para cansarnos y decir: “jo! Cuanto
hemos andado hoy!” sin llegar a sufrir por ello. Además, nuestros
guías resultaron ser unos excelentes cocineros, así que cuando el
hambre nos azuzaba, siempre encontrábamos el remedio disfrutando con
ello. Vaya, ¡una delicia!
Lo
mejor, sin duda, eran las gentes que encontrábamos en el camino; a
veces, en un poblado, o a veces, compartiendo el mismo sendero. La
mayoría de las tribus son abiertas y sonrientes, algo muy birmano.
La que más nos gustó fue la Pa'oh, una de las que creen ser
descendientes de dragones. Esa creencia la simbolizan, llevando un
pañuelo de colores muy vivos, en la cabeza. La primera vez
que lo vimos, nos encantó.
A
la noche, dormíamos en alguna aldea. La primera sin electricidad, lo
que nos permitió ver cómo se divierten los jóvenes de estos lares.
¡Es una forma de vida tan diferente! Después de cenar, se reunen en
casa de alguno de ellos, y se ponen a charlar o cantar, amenizados
con algun guitarrista; y litros y litros de té. ¡Que suerte que
aquella noche vinieron a nuestra casa! Luego nos enteramos, que el
que nosotros estuviéramos allí era un añadido, las importantes
eran nuestras dulces y resultonas guías. ;P Estuvo super bien poder
presenciar algo así, pero sin sentirte un turista; simplemente uno
más de la cuadrilla.
Pero
todo lo bueno se acaba, y aunque en ese momento parte de nosotros,
quería seguir de caminante birmano; otra parte se moría por una
ducha caliente. Es lo que tiene haberse criado con ciertas
comodidades, que luego las echas de menos.
Bueno,
nuestros pasos han llegado a Inle Lake, así que desde aquí os
escribiremos la próxima vez. ;D
¡Besos
y abrazos!
Este es el rollo de Birmania |
Cosas que Ixiana Jones encuentra al ir al baño, en sus excursiones nocturnas. |
La sonrisa nunca falla. ;))) |
Descojonados tras ver sus propias fotos... Más simpáticos. |
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