Ipoh
no hubiese entrado en nuestro itinerario, si no fuera por su
ubicación y las cuevas que la rodean. Con 10 días por delante, nos
planteábamos si valdría la pena ir a la costa oeste o bien,
quedarnos y visitar a fondo la costa este. Al final, optamos por la
segunda opción y ahí entró Ipoh.
A
la ciudad no le acabamos de encontrar el encanto. Seguramente cuando
era un pueblecillo sería precioso, imaginamos que sería como Harau
Valley, pero en colonial. Un pueblo lleno de preciosos edificios
coloniales, rodeado de grandes y afiladas montañas. Pero al
convertirse en ciudad, imaginamos que perdió su encanto.
Ipoh
es una pequeña ciudad dividida en dos: Old and New town. La
perte antigua, como ya os podéis suponer, aloja a todos los
edificios coloniales y es agradable perderse entre sus calles.
Especialmente, nos gustó la estación de trenes: blanca impoluta
rodeado de césped.
Pero
lo mejor de Ipoh, sin duda, son las cuevas que lo rodean. Nosotros
empezamos visitando las cuevas-templo. Nos gustó especialmente la
Perak Tong. Ixai subió hasta lo alto y allí se encontró con un
pequeño y tranquilo templo con su propio jardín privado. Un sitio
que invitaba a meditar o merendar, depende de tus prioridades ;D La
cueva estaba muy bien cuidada, llena de budas y pinturas sagradas en
las paredes.
Antes
que a ésta, visitamos la XXXXX, donde me acordé de mi madre, de Ana
Rosa y de mi primo Joan tanto a la subida como a la bajada. ;P Esta
cueva supuso un reto. Habían unas escaleras que no eran ni muy
pequeñas, ni muy altas, ni parecían a simple vista muy peligrosas,
hasta tenían barandilla; pero me daban un vértigo terrible. Eran
más o menos anchas, pero de madera; y tenían una única barandilla
que te llegaba a la cintura y nada por arriba ni por abajo. En un
principio, pensé en dejar que Ixai explorara la parte de arriba y yo
conformarme con las fotos. Pero hay veces que está bien enfrentarte
a lo que temes e intentar vencerlo. (Ahora imagino a mi hermana
pensando: ¡flipada!) Y en esta ocasión, jugaba con ventaja. Era
casi imposible caerme por ahí, pero el miedo es irracional; no
entiende de probabilidades. Así que me acordé de vosotros, y me las
ví y me las deseé para encontrar el valor para subirlas y después
para bajarlas; pero lo hice. Lo normal sería que, al llegar arriba,
hubiera una preciosa vista o un templo imponente, pero en esta
ocasión no me esperaba nada. En un momento pensé: que bien, he
pasado un miedo vertiginoso para nada... '¬¬ Pero luego, me alegré
de haberlo hecho, aunque fuera para nada, lo importante es que me
enfrenté a mi miedo y lo vencí. O al menos, eso es lo que me dijo
Ixai al bajar y a mi me consuela. Al final, “quien no se consuela,
es porque no quiere...” :D
Al
cabo de un par de días, fuimos a Gua Tempurung. Unas cuevas gigantes
que se pueden visitar de diferentes formas. Me explico, hay 4 tours.
Los dos primeros son escaleras arriba, visitar la cueva y escaleras
abajo. ¡Apto para todas las edades! Y los otros dos, incluyen un
poco de aventura. Nosotros optamos por la aventura, ya sabéis que
somos mochileros intrépidos y aventureros, jejejeje!!! ;D
Nuestro
grupo resultó ser la guinda del pastel . Íbamos con una pareja de
jóvenes malayos, un grupo de universitarios y 3 adultos, que
parecían nuestros profesores en una excursión del colegio. La cueva
en si, ya era suficientemente espectacular como para amortizar los 3€
de la entrada. Después de recorrer los escalones arriba, pasamos la
valla de seguridad y empezamos a descender para encontrar el río
subterráneo. Sólo empezar a bajar, ya pudimos comprobar los dotes
aventureros de cada miembro del grupo: la mayoría eran igual de
acojonados y poco habilidosos como yo... ¡Que alegría me dió
verlo! Hasta hubo un momento, en que Ixai y yo nos descojonábamos al
ver la cara de un pobre estudiante, que había sido elegido como
pionero del grupo, para bajar por una especie de tobogan natural. Su
expresión era de puro terror. Él miraba al guía con la boca
abierta, y en cierto momento, nos miró a nosotros: dos guiris
totalmente descojonados por la situación, pero en vez de enfadarse
nos sonrió y eso, todavía nos provocó más risa. Para bajar ese
trozo, el pionero se puso en el medio del camino, y unos 3 o 4 abajo,
y nosotros nos íbamos deslizando poco a poco, hasta que nuestros
pies tocaban las manos de los de abajo, y éstos nos ponían los pies
en el suelo. Sólo para que veáis que realmente no era moco de pavo
ese trozo, al bajar el tercer chico, al frenarle la bajada el guía,
éste se cayó encima y le medio dislocó el hombro. Ah, ¿y a qué
no sabéis quién le recolocó el hombro al dolorido guía? Ixai.
¡Increíble! Ahora sí, era Ixiana Jones a tope!!! :D
Bueno,
después de las “peligrosas” bajadas, llegamos al río
subterráneo. Debíamos seguirlo hasta llegar a la salida de la
cueva. Esta parte fue igual de divertida, porque habían partes que
el techo era tan bajo que debíamos gatear o arrastrarnos como los
soldados, por el agua, para seguir avanzando. Esto lo tuvimos que
hacer varias veces, y después de 45 minutos aprox. encontramos la
salida. La verdad, que estuvo francamente bien la visita. ¡Nos lo
pasamos pipa! :)))
Besos
y abrazos,
A veces ahorrar tiene un coste... |
Perak Tong |
Los mochileros intrépidos y aventureros. |
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