domingo, 9 de septiembre de 2012

Ipoh

Ipoh no hubiese entrado en nuestro itinerario, si no fuera por su ubicación y las cuevas que la rodean. Con 10 días por delante, nos planteábamos si valdría la pena ir a la costa oeste o bien, quedarnos y visitar a fondo la costa este. Al final, optamos por la segunda opción y ahí entró Ipoh.
A la ciudad no le acabamos de encontrar el encanto. Seguramente cuando era un pueblecillo sería precioso, imaginamos que sería como Harau Valley, pero en colonial. Un pueblo lleno de preciosos edificios coloniales, rodeado de grandes y afiladas montañas. Pero al convertirse en ciudad, imaginamos que perdió su encanto.
Ipoh es una pequeña ciudad dividida en dos: Old and New town. La perte antigua, como ya os podéis suponer, aloja a todos los edificios coloniales y es agradable perderse entre sus calles. Especialmente, nos gustó la estación de trenes: blanca impoluta rodeado de césped.
Pero lo mejor de Ipoh, sin duda, son las cuevas que lo rodean. Nosotros empezamos visitando las cuevas-templo. Nos gustó especialmente la Perak Tong. Ixai subió hasta lo alto y allí se encontró con un pequeño y tranquilo templo con su propio jardín privado. Un sitio que invitaba a meditar o merendar, depende de tus prioridades ;D La cueva estaba muy bien cuidada, llena de budas y pinturas sagradas en las paredes.
Antes que a ésta, visitamos la XXXXX, donde me acordé de mi madre, de Ana Rosa y de mi primo Joan tanto a la subida como a la bajada. ;P Esta cueva supuso un reto. Habían unas escaleras que no eran ni muy pequeñas, ni muy altas, ni parecían a simple vista muy peligrosas, hasta tenían barandilla; pero me daban un vértigo terrible. Eran más o menos anchas, pero de madera; y tenían una única barandilla que te llegaba a la cintura y nada por arriba ni por abajo. En un principio, pensé en dejar que Ixai explorara la parte de arriba y yo conformarme con las fotos. Pero hay veces que está bien enfrentarte a lo que temes e intentar vencerlo. (Ahora imagino a mi hermana pensando: ¡flipada!) Y en esta ocasión, jugaba con ventaja. Era casi imposible caerme por ahí, pero el miedo es irracional; no entiende de probabilidades. Así que me acordé de vosotros, y me las ví y me las deseé para encontrar el valor para subirlas y después para bajarlas; pero lo hice. Lo normal sería que, al llegar arriba, hubiera una preciosa vista o un templo imponente, pero en esta ocasión no me esperaba nada. En un momento pensé: que bien, he pasado un miedo vertiginoso para nada... '¬¬ Pero luego, me alegré de haberlo hecho, aunque fuera para nada, lo importante es que me enfrenté a mi miedo y lo vencí. O al menos, eso es lo que me dijo Ixai al bajar y a mi me consuela. Al final, “quien no se consuela, es porque no quiere...” :D
Al cabo de un par de días, fuimos a Gua Tempurung. Unas cuevas gigantes que se pueden visitar de diferentes formas. Me explico, hay 4 tours. Los dos primeros son escaleras arriba, visitar la cueva y escaleras abajo. ¡Apto para todas las edades! Y los otros dos, incluyen un poco de aventura. Nosotros optamos por la aventura, ya sabéis que somos mochileros intrépidos y aventureros, jejejeje!!! ;D
Nuestro grupo resultó ser la guinda del pastel . Íbamos con una pareja de jóvenes malayos, un grupo de universitarios y 3 adultos, que parecían nuestros profesores en una excursión del colegio. La cueva en si, ya era suficientemente espectacular como para amortizar los 3€ de la entrada. Después de recorrer los escalones arriba, pasamos la valla de seguridad y empezamos a descender para encontrar el río subterráneo. Sólo empezar a bajar, ya pudimos comprobar los dotes aventureros de cada miembro del grupo: la mayoría eran igual de acojonados y poco habilidosos como yo... ¡Que alegría me dió verlo! Hasta hubo un momento, en que Ixai y yo nos descojonábamos al ver la cara de un pobre estudiante, que había sido elegido como pionero del grupo, para bajar por una especie de tobogan natural. Su expresión era de puro terror. Él miraba al guía con la boca abierta, y en cierto momento, nos miró a nosotros: dos guiris totalmente descojonados por la situación, pero en vez de enfadarse nos sonrió y eso, todavía nos provocó más risa. Para bajar ese trozo, el pionero se puso en el medio del camino, y unos 3 o 4 abajo, y nosotros nos íbamos deslizando poco a poco, hasta que nuestros pies tocaban las manos de los de abajo, y éstos nos ponían los pies en el suelo. Sólo para que veáis que realmente no era moco de pavo ese trozo, al bajar el tercer chico, al frenarle la bajada el guía, éste se cayó encima y le medio dislocó el hombro. Ah, ¿y a qué no sabéis quién le recolocó el hombro al dolorido guía? Ixai. ¡Increíble! Ahora sí, era Ixiana Jones a tope!!! :D
Bueno, después de las “peligrosas” bajadas, llegamos al río subterráneo. Debíamos seguirlo hasta llegar a la salida de la cueva. Esta parte fue igual de divertida, porque habían partes que el techo era tan bajo que debíamos gatear o arrastrarnos como los soldados, por el agua, para seguir avanzando. Esto lo tuvimos que hacer varias veces, y después de 45 minutos aprox. encontramos la salida. La verdad, que estuvo francamente bien la visita. ¡Nos lo pasamos pipa! :)))
Besos y abrazos, 
A veces ahorrar tiene un coste...



Perak Tong



Los mochileros intrépidos y aventureros.
 

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