lunes, 8 de octubre de 2012

Sapa

Sapa es un pueblo en las montañas de Vietnam. Es la entrada a toda la parte norte y más rural de este país, donde conviven más de 4 etnias diferentes, repartidas en diferentes tribus. Aparte de las tribus, lo más impresionante de esta región son los paisajes, que parecen sacados de una postal. A veces, al admirar desde la altura de una montaña, todos los campos de arroz a tus pies, parece que estés viendo un repertorio de postales. Como ya nos pasó en Halong Bay, nos enamoramos de la naturaleza de este país, tan lleno de contrastes.
Como ya os comentamos en el último post, hemos venido a Sapa con Ella y David, una pareja de alemanes majísimos. Tenemos que reconocer que, en general, o estamos teniendo mucha suerte con la gente con la que coincidimos o la mayoría de gente viajera es muy maja. ;))) Bueno, después de llegar, después de dormir en el sleeping bus, decidimos ir a visitar los alrededores de Sapa, pero tomándonoslo con la calma... O al menos, ésa era nuestra intención...
Seguíamos las indicaciones de un blog de unas chicas viajeras, pero para variar un poco, en algún punto nos debimos desviar, porque acabamos donde Christo perdió la alpargata... :D Y obviamente, acabamos bajando por los arrozales. Sí, ahora sentaditos cómodamente en vuestra casa, os parecerá graciosísimo, pero os aseguro que a mi, al principio no me hizo ni pizca de gracia. Bien, ahí andábamos nosotros con nuestras botas goretex, nuestros pantalones de trekking, intentando bajar sin perjudicar nuestra integridad física; cuando aparecen un par de mujercitas de una tribu con botas de agua, sus faldas y sus cestas en la espalda, bajando como si en vez de casi un desfiladero, aquello fuera el paseo de gracia. Pura humillación vaya...
Al cabo de un rato en animada charla con ellas, en vistas, de mi total falta de habilidad senderil (oséase el conocimiento básico sobre donde poner los pies y así, intentar mantener una postura vertical); una de ellas releva a Ixai para ayudarme a ir bajando. Ahí ya la humillación llegaba a casi límites insospechados. Ahí estábamos, la mujer que medía 1,20m como mucho y flaca como un alfiler, ayudándome a mi, que pequeña precisamente no soy, por aquellos senderos imposibles. Yo me sentía como si hubiera vuelto a la guardería y la profe me tuviera que dar la mano para que no me cayera... Ella me tenía cogida de la mano y me iba indicando donde poner los pies, mejor imposible, no nos vamos a engañar. ;D Bueno, después de un rato y viendo los maravillosos efectos que estaba teniendo en mi, ahora iba encabezando al grupo; también Ella e Ixai decidieron que un poco de ayuda tampoco les iría mal. Y así, como niños de guardería fuimos bajando maravillosamente bien y pudimos disfrutar del paisaje. ¡Y que paisaje! Una postal tras otra... ¡Precioso!
Pero todo lo bueno llega a su fin, y así en medio de los arrozales, perdidos de toda civilización globalizada y a pocos metros del poblado, las mujeres se despidieron. No sin antes, sacar los típicos souvenirs de sus cestas. ¡Hasta en medio de un treking, puede aparecer un vendedor. Lo de este país no tiene límites... jajajaja! Les dimos algo por la ayuda y seguimos nuestro camino, ahora ya solos ante el peligro. Llegamos hasta el poblado y decidimos ir a ver una cascada que no estaba muy lejos de ahí. En medio del camino, empezó a diluviar y la tierra se volvió barro. ¡Un desastre! Habíamos recorrido demasiado para volver, pero seguir era casi imposible; porque a cada paso te hundías más en el barro. Al final, con Ixiana Jones como guía de grupo, fuimos remontando poco a poco los campos de arroz. Llenos de barro hasta las orejas y totalmente empapados, parecíamos sacados de un episodio de <Supervivientes>, o al menos, así nos sentíamos.
La caminata duró unas 4 horas y nos lo pasamos pipa! Los siguientes días en Sapa estuvieron bien, aunque nos lo tomamos con más calma. Alquilamos una moto y vimos todos los poblados de la zona, ¡una decepción! En la mayoría, sólo al entrar ya te abordan un grupo de mujeres que te siguen por todo el pueblo, hasta que das por concluida la visita y te piden que les compres algo. Los pueblos, estan tan volcados en el turismo, que han perdido todo el encanto; llenos de carteles en inglés y puestos que sirven fast food. Una decepción, aunque Vietnam es lo que tiene.
Quizás, más al norte donde no vayan tantos turistas y donde sea más difícil el acceso, esperamos que haya sitios más auténticos, pero igualmente Sapa nos encantó. Pese a que en el mismo pueblo te aborden a cada paso y sea más fácil comer pizza que encontrarte a alguien que no trabaje en el negocio del turismo. Pese a todo, Sapa es un lugar de postal, donde las terrazas de arroz parecen obras de ingeniería sin fin. Además, y este es un gran punto positivo, en Sapa hace frío. ¡Uuuuooooooohhh! Que bien se está pudiendo dormir tapado, con pantalones largos y sin empapar la camiseta de sudor, a los 5 minutos de salir de la ducha. Eso sí, es un lujo aquí. ;)))
Siguiente parada: Bangkok, vía Hanoi. Estaremos un día en Hanoi, para el día siguiente coger el avión, así que, nada, ¡Adiós Vietnam!
Al acabar un país, nos invade una sensación extraña. Es como si te despidieras de un amigo al que sabes que no verás en largo tiempo o nunca. Todas las expectativas que tenías o se han cumplido o derruido, siendo los recuerdos y las fotos lo único que te queda de él. Y sí, tenemos ganas de empezar el próximo, pero a la vez, nos damos cuenta de que la vuelta, el final de este viaje, se acerca. 
Bajando de la manita ;D

Vendedoras en las calles de Sapa


¿A qué es de postal?


Nuestras monis de guardería... ;)))


Cuando todavía no diluviaba...



¿Qué hacen en su poblado cada día? Coser souvenirs...


 

2 comentarios:

  1. Genial! ;) Suerte en el próximo país!! MUAKKK!!

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  2. Merciiiii!!!!! Te hubieras descojonado TANTO bajando por Sapa. Besoootess!!!

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